lunes, 24 de agosto de 2009

UN PEQUEÑO POEMA PARA EL VIENTO

Este viento que me barre la vereda,
sabe todo lo que pasa en la otra cuadra.
Me despeina, me rodea, me estremece,
y se va con su secreto hacia la nada.

Es el mismo que acompaña a la llovizna
y el que seca mi calle, cuando pasa.
Y en las noches de frío, al inmigrante,
lo regresa a su estepa, tan lejana.

Es el viento amarillo que, en Otoño,
le cosecha las hojas a los álamos.
Y en la tarde infantil de un día Domingo,
en un pobre barrilete... lee el diario.

Yo recuerdo haberlo visto, cuando niño,
dibujando un terciopelo en la laguna,
y enmarcando en un retrato luminoso
el semblante demacrado de la luna.

Hay mañanas que despierta contrariado
y nos echa en la cara su desdicha.
Pero el sol lo aconseja y se arrepiente...
Y se queda dormido al mediodía.

Lo he escuchado, entre los pinos, susurrando
a su modo una palabra de consuelo.
Y jugando a la ronda con los niños
en los fuegos de la noche de San Pedro.

En las tardes calurosas de Verano,
aunque quieto, está presente en el presagio
de esas nubes que han teñido el horizonte
y han posado su mirada en el sembrado.

Es la ráfaga que curiosa zarandeaba
su pollera, aquella tarde de Septiembre.
Y entrecerraba la sonrisa de esos ojos
que han de vivir en los míos... para siempre.

Es el mismo, el mismo viento, sólo cambia
el sentido, el paisaje y el momento,
y mis ojos que esta tarde han descubierto
poesía en el aire en movimiento.

Hoy libero este pájaro de versos
a la brisa vespertina del Invierno.
Y allá va, calle abajo, a la deriva,
mi pequeño poema... para el viento.

Rubén Antolín Heredia - 2002(VERSOS DIVERSOS)

lunes, 17 de agosto de 2009

Esta es ajena, pero muy buena...

Mira si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al río:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cuchillos;
porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendío,

y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.

Tiré tu cariño al río,
porque era una planta amarga
dentro de mi huerto lírico.

Tiré tu cariño al agua,
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.

Tiré tu cariño al río
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo;

y tiré todo tu amor,
porque era muerte en mi carne
y era agonía en mi voz.

Tú fuiste flor de verano,
sol de un beso, luz de un día;
yo te cuidaba en mi mano,
y en mi mano te acunaba,
y tu, por pagarme, herías
la mano que te cuidaba.

Pero al hacerlo, olvidabas
(tal vez por ingenuidad),
que te di mis sentimientos
no por tus merecimientos
sino por mi voluntad.

Yo no puse en compraventa
mi corazón encendío;
y has de tener muy en cuenta

que mi cariño no fue
ni comprao ni vendío,
sino que lo regalé.

Porque yo soy desprendío;
por eso te dí mi rosa
sin habérmela pedío.

Porque yo soy desprendío
y doy las cosas sin ver
si se las han merecío.

Por eso te di mi vela,
te di el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.

Ya ves si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

Soleá del amor desprendío - Manuel Benítez Carrasco