La luna se fue temprano, la noche brilla en la escarcha
y el frío se finge amigo y me acaricia la espalda.
Las estrellas se estremecen de miedo, allá, en la distancia.
Nunca las veré de cerca, sólo sabré que son blancas.
La Tristeza, eterna amiga, se ha acurrucado a mi lado.
No me habla, no hace falta,
nos conocemos de siempre
y adivino que sus ojos, están brillando de llanto.
Están tocando campanas,
tocan muy lejos...
y yo no puedo saber quién es el muerto...
La sangre del corazón se hace tinta en el papel,
y así surgen estos versos que por ser del alma, duelen,
porque dicen los que quieren... y no nos dejan mentir.
¿Porqué será que la suerte rima tan bien con la muerte?
¿Porqué será que la vida rima bien con la mentira?
¿Por qué será que la culpa con el tiempo se disfraza
y sólo dice: - No sé,... aquí no ha pasado nada?
Me he tocado los bolsillos saturados de preguntas.
Una señal de Silencio me detiene en mi premura.
- Aún no, no es el momento – me susurra y luego dice:
- La verdad está contigo, y la verdad siempre triunfa.
La Tristeza me ha tomado, comprensiva, de la mano,
mientras sus ojos indagan el misterio de la noche.
Le sonrío, me sonríe, con un gesto de paciencia,
Y nos vamos, abrazados... y sin ninguna respuesta.
Rubén Antolín - del libro "Versos Diversos II"
1 comentario:
Me encanta, palabras que llegan muy hondo amigo Ruben...W.G.G
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