Este viento que me barre la vereda,
sabe todo lo que pasa en la otra cuadra.
Me despeina, me rodea, me estremece,
y se va con su secreto hacia la nada.
Es el mismo que acompaña a la llovizna
y el que seca mi calle, cuando pasa.
Y en las noches de frío, al inmigrante,
lo regresa a su estepa, tan lejana.
Es el viento amarillo que, en Otoño,
le cosecha las hojas a los álamos.
Y en la tarde infantil de un día Domingo,
en un pobre barrilete... lee el diario.
Yo recuerdo haberlo visto, cuando niño,
dibujando un terciopelo en la laguna,
y enmarcando en un retrato luminoso
el semblante demacrado de la luna.
Hay mañanas que despierta contrariado
y nos echa en la cara su desdicha.
Pero el sol lo aconseja y se arrepiente...
Y se queda dormido al mediodía.
Lo he escuchado, entre los pinos, susurrando
a su modo una palabra de consuelo.
Y jugando a la ronda con los niños
en los fuegos de la noche de San Pedro.
En las tardes calurosas de Verano,
aunque quieto, está presente en el presagio
de esas nubes que han teñido el horizonte
y han posado su mirada en el sembrado.
Es la ráfaga que curiosa zarandeaba
su pollera, aquella tarde de Septiembre.
Y entrecerraba la sonrisa de esos ojos
que han de vivir en los míos... para siempre.
Es el mismo, el mismo viento, sólo cambia
el sentido, el paisaje y el momento,
y mis ojos que esta tarde han descubierto
poesía en el aire en movimiento.
Hoy libero este pájaro de versos
a la brisa vespertina del Invierno.
Y allá va, calle abajo, a la deriva,
mi pequeño poema... para el viento.
Rubén Antolín Heredia - 2002(VERSOS DIVERSOS)
2 comentarios:
RUBEN: ¡QUE BUENA HISTORIA!
Muy buena narración, gracias por invitarme a tu blog.
mariarosa
Excelente,muy bien llevado el diálogo y el desarrollo de acontecimientos.En realidad, me resultó muy tierna la historia.
Rosa Lía
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